Frecuencia 963 hz
Este tono despierta cualquier sistema a su estado original perfecto. Está conectado con la Luz y el Espíritu universal que todo comprende, y nos permite la experiencia directa, el retorno a la Unidad. Esta frecuencia nos re-conecta con el Espíritu, o las energías no vibracionales del mundo espiritual. Nos da la capacidad para experimentar la Unidad, nuestra verdadera naturaleza. Se asocia con el chakra corona, es la conexión directa con nuestro Yo Superior, nuestros guías o con Dios la fuente creadora. "Si supieras la magnificencia de los números 3, 6 y 9, tendrías la llave del universo" - Nikola Tesla El chakra coronal es donde se asienta la perfección suprema del hombre. En algunos escritos legados por la tradición se representa en vilo sobre la cabeza del hombre. Brilla con todos los colores del arco iris, pero el color predominante es el violeta. La flor exterior del chakra consta de 960 pétalos. En su interior se encuentra una segunda flor de 12 pétalos, que irradia luz blanca entreverada de rayos dorados. De forma similar a como la luz incolora reúne todos los colores del espectro, en el chakra supremo se reúnen todas las energías de los centros inferiores. El chakra coronal es la fuente y el punto de partida para la manifestación de todas las restantes energías de los chakras. Aquí estamos unidos con el ser divino sin atributos y amorfo, que contiene en sí todas las formas y atributos no manifestados. El conocimiento que obtenemos a través del chakra coronal va más allá aún del que nos proporciona el tercer ojo, puesto que ya no estamos separados del objeto de la percepción. Vivimos las diferentes manifestaciones de la creación, entre las que también se encuentra nuestro cuerpo, como un juego de la consciencia divina con la que nos hemos unificado. La vía para el desarrollo del chakra supremo está indicada someramente por la radiación violeta. El violeta es el color de la meditación y de la entrega. Mientras que en la activación de los seis centros energéticos inferiores podíamos influir de forma concreta, aquí sólo podemos abrirnos y convertirnos en receptáculo. Mediante el despliegue del séptimo chakra se disuelven también los últimos bloqueos limitadores de los restantes chakras, y las energías comienzan a vibrar con las frecuencias más altas de que son capaces. Cada chakra se convierte en un espejo del ser divino en su plano especial, expresando así el potencial supremo de que dispone. Tan pronto como el chakra coronal está completamente despierto, su misión, recibir las energías cósmicas, ha concluido. Ahora es él mismo el que emite energías. Para ello el “cáliz de la flor” se abomba hacia fuera y compone una corona sobre la cabeza.
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